Valles y calles

Por Laura Aguilar
Para Puntadas de familia


Un gran rizco. Un gran lago. Una hermosa pradera. Eso es lo que a diario disfruta cierto hombre joven. 
 -Es tan hermoso. Gracias, Señor por tanta belleza y por permitirme disfrutarla.

Esa es la oración que cada día hace a Dios. Su corazón ha llegado a estar en paz, que no desea que nada la rompa.
-Ha sido tan pesada la subida al rizco-recuerda-Tuve que subir el rizco porque en la pradera del otro lado, hubo una gran inundación que arrasó con todo lo que estuvo a su paso. Para salvarse de morir, corrió hacia el enorme rizco, tropezando con piedras y pedazos de madera que flotaban entre la corriente. Temía caer en algún hoyo que cubriera el agua, pero su deseo de vivir era muy grande, como sucede en ésos casos.

Los 50 metros que lo separaban del rizco, le parecieron una gran distancia. Y después la subida... sorteando las aguas que descendían, tropezando y cayendo entre el barro una y otra vez, mientras el cielo parecía no querer detener las torrenciales lluvias. El viento soplaba en contra, haciendo descender la temperatura. Cuando llegó a la escarpada cúspide, pensó que era todo... jamás podría superar ésa barrera.

Volteando hacia abajo, pudo ver la otrohora bella pradera, cubierta totalmente de agua. La corriente arrastraba casas, árboles, animales, personas. Era terrible.

No había dónde regresar. Debía seguir adelante, pero era tan empinada la distancia que faltaba para llegar a la cúspide, y estaba tan cansado, que de pronto, su cuerpo dejó se desplomó, la fuerza que lo impulsaba a subir, desapareció. Temblaba de frío, estaba empapado y sus ropas, desgarradas por las caídas.

No sentía dolor, pero pudo notar varias cortaduras en sus piernas y brazos. Sus ojos se cerraron, su cabeza daba vueltas y vueltasy sintió cómo se hundía en la oscuridad.

...- Dónde estoy?...Quién soy?...Qué me sucedió?- Sentía la cabeza estallar y su cuerpo adolorido en su totalidad.
Estaba seco, sentía un agradable calor. Al incorporarse con mucha dificultad, pudo ver una hoguera chisporroteando cerca de él. Sus ropas colgaban de una rama. Y se encontraba cubierto con una manta.

-Vaya...ya despertaste. Qué tal te caería un caldo caliente?
Era un hombre anciano el que le preguntaba. Anciano, pero fuerte. Con cara agradable y vestidos sencillos. Sostenía en la mano, una jarra de peltre, humeante y que despedía un agrable olor.

Después de comer con avidez el caldo con carne y verduras que el anciano le regaló, sus fuerzas volvieron.

Entonces se enteró que el anciano lo había encontrado. Era un comerciante que hacía el viaje entre una pradera a otra mensualmente. Ese día, había subido el rizco para ver las condiciones en que se encontraba la pradera vecina y vió al hombre desmayado. Lo subió a su mula y lo condujo a la cabaña donde vivía.

Se enteró también que no había sobrevivientes de la inundación. Había sucedido en la madrugada y todo el pequeño pueblo dormía. El hombre había salido a orar como lo hacía diario. Entonces comenzó la lluvia torrencial, quiso regresar a su hogar, cuando una torba lo arrastró.

-Cómo pudo suceder que un valle se inundara y el otro no si ambos estaban cercanos al rizco?
-Tal vez sea porque las personas de éste valle, han trabajado para hacer el espacio donde se forma el lago y han hecho canales para que el agua sea conducida a los campos y al gran pozo que también han creado-Fué la respuesta del anciano.

-Han sido obras que han requerido mucho trabajo y esfuerzo de todos los habitantes, que han realizado después de sus labores cotidianas.

-Yo he sido el encargado de llevar a cabo los planes y ver que se realicen. Hace 50 años cuando era un jovenito, vivía en el valle del que provienes, hubo una gran inundación parecida a la de hace unos días arrasó tu poblado. Subí el rizco como tú y encontré éste valle, caminé más adelante hasta encontrar gente. Con el paso del tiempo, me casé, tuve familia y con ellos y varios amigos, decidimos radicar aquí. Hay todo lo necesario. Recordando lo sucedido a mi poblado, empezamos los trabajos para hacer el lago, los canales y el pozo. Empecé a recorrer poblados, llevando los productos de nuestro trabajo: vegetales, carne y productos animales, telas que nuestras mujeres realizan, miel y productos hechos con barro, etc.

Ví cómo llegaron personas y formaron el pueblo del que eres. Les dije lo que había sucedido años atrás, les comenté lo que habíamos hecho nosotros y los animé a hacer lo mismo. Se rieron, dijeron que lluvias así, no eran posibles por la zona, las condiciones metereológicas y demás argumentos provenientes de las inteligentes personas que los habían conducido a ése lugar. Eran estudiosos y confiaban en sus conocimientos.

Crearon un bello pueblo, con hermosas casas y divertidos lugares, mientras que mi pueblo construyó sencillas casas por dedicar parte de su tiempo a hacer el lago y el pozo, y por dedicar parte del terreno a las labores agrícolas y ganaderas.

El hombre se quedó a vivir con ésas personas, en ése hermoso lugar, pronto se acostumbró a la sencilla vida de labriego y ganadero. Disfrutaba cuidar animales y pronto olvidó las diversiones y demás cosas.

Todos los días oraba a Dios por su familia fallecida y agradecía a Dios la oportunidad de vivir y de conocer una vida diferente.

Ayudaba al anciano en todo lo que podía, aprendiendo de él. Sabía que encontraría algún día una mujer con quien formar una familia como la del anciano y pedía a Dios, fuerza y sabiduría para lograrlo.

Moraleja:
Nunca desoigas los consejos que alguien te da, sólo por provenir de alguien a quien consideras menos que tú.

Otra moraleja: No calles lo que sabes, aunque no te quieran oir