Cierto día una muchacha acompañó a su amiguita a ver a su madre. Era día de exámen y salieron temprano al terminarlo. Su amiguita deseaba ver a su mamá, así que decidieron hacerlo. Subieron a un camión, bajaron de él y caminaron algunas calles; tomaron el metro, bajaron para tomar otro camión que las llevó finalmente a una colonia de los alrededores.
Era una casa de dos pisos, con muebles y adornos bonitos. Era una casa grande.... pero vacía. Tan vacía como aquella a quien buscaban, quien no estaba.
Esperaron por un buen rato. Recorrieron las distintas habitaciones: una gran sala, un comedor grande, una cocina amplia, baños con azulejos, corredores con sol y plantas.
Finalmente, decidieron irse pues no llegó su madre.
Tomaron otro camión para ir con una tía que las recibió en su pequeño negocio, les ofreció unos dulces.... y nadamás.
Ya era el tiempo de regresar a casa y despidiéndose de su amiga, tomó un autobús que le pareció conocido. Su mente iba choqueada con los acontecimientos, percibía el dolor de su amiga como si fuera el suyo propio. Ella misma había visto a su madre alejarse y no regresar.
Su amiga vivía en una pequeña casa compuesta de dos recámaras, una estancia que era sala, comedor y cocina, situada en una vecindad dentro de una colonia popular. En nada parecida a la casa que acababan de visitar, ni al negocio que acababan de ir.
Percibía también el deseo de su amiga de ser recibida en ésas casas, de buscar refugio... pero también sabía que éso no sería nunca realidad. Sabía que su amiga anhelaba lujos que su pobre padre no podía ofrecerle. Sabía que su amiga estaba entre la espada de la ambición de una vida a la que no era invitada y la pared del amor a su padre y sus hermanos.
Entre sus cavilaciones internas, alcanzó a percibir que el camión en el que iba, tomaba el rumbo contrario a su casa. A pesar de darse cuenta, no se atrevió a bajarse pues no llevaba más dinero para el regreso.
Veía calles y calles pasar sin reconocer nada.
Esperaba finalmente ver algo conocido para poder orientarse y regresar a casa.
Así, entre sus dudas e incertidumbres, llegó al fin del recorrido del camión. El chofer le dijo que habían llegado. Ella pensó pedirle que la regresara, pues no tenía dinero. Pero no se atrevió.
Se bajó, caminó, recorriendo el camino por el que el camión había venido. Pensó en regresar caminando hasta el punto que conocía....Era tarde y su madre pronto llegaría... Empezó finalmente a llorar.
Una persona se le acercó a preguntar porqué lloraba, seguramente extrañada de ver a una niña de primero de secundaria delgada y con dejo de abandonada, llorar a media calle. Entre sollozos, explicó que no tenía dinero para regresar a casa.
La mujer compadecida, le dió diez centavos para el regreso... y con ellos, tomó el autobús rumbo a su hogar.
Ella, al igual que su amiga, había soñado con una vida distinta a la que vivía, dado el abandono de su madre.
Ella también había soñado en ser recibida por personas distintas. A diferencia de su amiga, ella no tenía una imágen demadre a la que no recordaba. En su corazón había esperado siempre su regreso, que un día apareciera para llevarla con ella.
Ahora sabía que éso no sucedería. Ahora sabía que su madre no regresar!a a un hogar pobre como el suyo.
Ahora sabía que su madre vivía en una casa como la de la mamá de su amiga.
Al tomar el camión de regreso, con los diez centavos que le regalaron, tomó también el camino de regreso a los brazos de quien había dado siempre todo por ella. Al camino del amor incondicional, del amor que no es engendrado en un vientre, pero sí en el corazón.
A la memoria de mi abuelita, que en Gloria de Dios esté y que pronto cumpliría años.
Un beso y un abrazo. Seguramente estaremos juntas el día que Dios decida que es hora de regresar a casa.
Para todos ésos niños y niñas que han visto partir a alguno de sus padres y no han visto su regreso: Yo terminé por descubrir que Dios trajo a mi vida a quien realmente me amaba aún antes de mi nacimiento, que Dios puso en mi camino a la persona ideal para cuidar de mí.
Los ángeles existen. Toman formas de mujer o de hombre y cuidan de todos los niños.
Dulces sueños
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