La periquita despistada

Por Laura Aguilar Ramírez

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En un hermoso bosque habitan muchas especies de animalitos. Unos, brincan de rama en rama. Otros, nadan en las limpias aguas. Unos más, vuelan sobre los árboles. Y algunos más, duermen en el día y se avivan en la noche.

Una hermosa periquita vivió siempre cuidada y protegida por sus padres, soñando en que al crecer sería un bello ruiseñor.

Tal vez te preguntes, amiguito ¿porqué nuestra periquita deseaba ser ruiseñor?
Sucede que junto a su árbol, vivía una familia de ruiseñores y sus armoniosos cantos llegaban hasta su hogar. Nuestra periquita, como hacen todos los pericos a quienes Dios dotó de la facultad de imitar sonidos, comenzó pues a imitar el sonido de los ruiseñores. Al principio, de su garganta salían sonidos incomprensibles, pero practicó y practicó hasta que finalmente el sonido salió.

Cuando los demás animalitos pasaban cerca de su árbol, escuchaban los bellos sonidos y pensaban que era el hogar de unos ruiseñores y todos ansiaban conocer a la dueña de tan bella voz.

Se preguntaban cómo sería, qué aspecto tendría. Estaban ansiosos por conocerla.

Finalmente, nuestra periquita metida a ruiseñor pudo salir de su hogar, después de las clases que mamá y papá le dieron para prepararla en el difícil arte de ser perico, que como bien imaginarás no es sencillo. Tienen que aprender a usar sus alas, aprender a usar sus cuerdas vocales, aprender a no  lastimar con su curveado pico, aprender a comer semillas abriendo la cáscara, en fin, es un largo y duro camino de aprendizaje el que nuestros bellos pericos deben realizar antes de poder ser presentados en sociedad.

El día tan ansiado llegó. Nuestra periquita daba vueltas de un lado al otro, revoloteando con su parloteo por todo su hogar:
- mamá, ¿debo ponerme un chal? preguntaba nerviosa.
Su madre comenzó a decir: -Si, mi hijita....
-abuelita, ¿puedo comer mientras me ven?
Su abuelita contestó: - Si, mi vida, pero....
-papacito, ¿crees que les gustaré?
-"Por supuesto, mi princesa...." empezó a decir su padre.

Nuestra periquita estaba tan, pero tan nerviosa que preguntaba y preguntaba, pero no escuchaba ninguna respuesta, preocupada por recordar los gorjeos que debía dar. No es sencillo cantar como ruiseñor siendo un perico.

Nuestra bella periquita salió por fin de casa. Se encontró con los changuitos quienes le dijeron alborozados que ése mismo día una ruiseñor también sería presentada y todos la estaban esperando.
Se encontró con los pecesitos, quienes tambien le comentaron que estaban esperando a una bella ruiseñor que todos los días les endulza el día con sus cantos.
Se encontró con una ardilla, quien le dijo emocionada que por fin podría conocer a la dueña de la maravillosa voz que  alegraba su día.

La periquita se sentía defraudada. Ella había esperado tanto para salir al mundo y resulta que nadie le hacía caso. Todos esperaban a una fulana  a la que ella ni siquiera conocía y ni había escuchado, ni sabía nada.
!Qué mala onda!! pensó. Tanto prepararme y nadie quiere conocerme.
De la tristeza pasó al enojo. Del enojo pasó al llanto.

Cuando la tristeza entró a su corazón, se transformó en canción.  Empezó a cantar y sus gorjeos atrajeron a los animalitos.

"Pero...¿es ella?"- Cómo...¿no es ruiseñor? se preguntaban unos y otros.
Algunos se enojaron por el timo. Otros se entristecieron.
Finalmente, todos empezaron a retirarse.

Esto es amiguito, lo que sucede con aquellos que no saben lo que son, que pretenden ser algo para lo que Dios no los llamó.

Es lo que llamamos vocación. La vocación es aquello con lo que Dios nos dotó para servirlo através de los hombres que El ama.

Y la vocación nos es dada, de acuerdo a nuestra capacidad, a nuestro ser. Un perico no es ruiseñor, aunque aprenda a cantar como uno.

Si aprendiéramos a seguir nuestra vocación, seríamos unos pericos felices y no unos ruiseñores frustrados.



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