Las manzana podridas





En un hermoso jardín había un manzano plantado. Sus frutos eran apetitosos, rojos, grandes.

Las personas lo alababan cuando pasaban. El hortelano que cuidaba de los manzanos, naranjos, guayabos y otros árboles frutales que cuidaba, pensó: "qué ingratas personas. Yo me canso igual para cultivar todos mis árboles y ellos sólo se fijan en los manzanos".

Este pensamiento lo tuvo por mucho tiempo apesadumbrado. Se debatía entre cultivar sólo manzanos y seguir cultivando las cinco variedades que tenía.

Decidió finalmente dedicarse sólo a los manzanos. Se esmeró en cuidarlos, en fertilizarlos, en regarlos dejando a los otros. Pronto empezaron a llenarse de maleza, a llenarse de ramas por todos lados. Empezaron a llenarse de plagas, los gusanos empezaron a reproducirse al no tener a nadie que los ahuyentara.

Mientras, los manzanos crecían bien cuidados, pero las raíces de los otros árboles buscaban el agua y pronto empezaron a abarcar las raíces de los manzanos, los gusanos empezaron a atacar sus frutos.

Pronto, los compradores de sus manzanas, empezaron a quejarse. Al abrirlas, muchas tenían gusanos dentro. Dejaron de comprarle y su negocio quebró. Se encontró con un jardín lleno de plagas.

Se dió cuenta que cometió un gran error. Por querer incrementar su negocio, terminó por perderlo todo.

Entonces, con decisión se puso de nuevo a cultivar todos sus árboles, a combatir las plagas, a cortar raíces crecidas. Trabajó y trabajó arduamente durante mucho tiempo.

Finalmente, tuvo de nuevo su jardín como al principio. El amaba sus árboles, no sólo porque le daban de comer al vender sus frutos, sino porque era feliz viendo las diferencias que cada uno tenía.
Disfrutaba viendo las flores de sus duraznos, las cuales no aparecían al mismo tiempo que las flores de sus naranjos, ni tampoco al mismo tiempo que las flores de sus guayabos.

Su jardín era hermoso porque todo el tiempo estaba florecido. Cada árbol florecía en distinto tiempo.

Es cierto que la gente prefería comprar manzanas, pero él gozaba viendo su jardín, cuidando distintos tipos de árboles, darle a cada uno los cuidados que cada uno requería. Esa era finalmente la motivación que lo orilló a dedicarse a ser hortelano.

Decidió entonces preparar mermeladas de distintos sabores, preparar dulces de guayaba, vender granos de granada con limón y chile, preparar agua de naranja. De ésa manera, las personas se dieron cuenta de la gran variedad de modos en que podían usar los distintos frutos.

Y empezaron a comprarle frutas de todos sus árboles.

Lo que sucedía es que las personas de ésa región no sabían hacer uso más que de manzanas. Cuando aprendieron que podían disfrutar de otros sabores y hacerlo de distintas maneras, sus preferencias se ampliaron.

Moraleja: si deseamos que otros valoren nuestro esfuerzo, enseñémosle las ventajas que les aporta el hacerlo.

Esto nos sucede en nuestra familia. A veces descuidamos a nuestro esposo por cuidar de nuestros hijos. Otras veces, descuidamos a nuestros hijos por cuidar de nuestro esposo. Otras más, descuidamos a nuestros familiares y amigos, por cuidar sólo de nuestros hijos y esposo. Y otras más, descuidamos a todos por cuidar sólo de nosotros mismos.

Cristo nos enseña a cuidar de todos empezando por nosotros mismos.

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