Paseando una tarde soleada por el vecindario, decidí visitar el antiguo estanque, aquél en el que pasé momentos maravillosos de mi infancia.
Recuerdo que junto a papá, hacía barquitos de papel y los lanzábamos al estanque. Me parecía tan grande entonces. En ése barquito iban disfrutando familias que paseaban en un crucero. Otras veces eran soldados los que partían a tierras lejanas.
Recuerdo también las tardes maravillosas en las que con los amiguitos haciamos concursos para ver quien lanzaba más lejos una piedra y formaba más ondas en el agua cristalina.
Y recuerdo con cierta verguenza que una de las actividades favortias de mis amigos y mía, era lanzar piedras a las aves que vivian en el estanque. Casi nunca les atinábamos a las aves.
Patos que volaban al sentir el agua moverse, provocaban nuestras risas infantiles.
Sin embargo, recuerdo una tarde en la que uno de mis amigos le dió una pedrada a un pato. No quiso golpearla, pero lo hizo. El ave asustada por las piedras trató de volar y fué en ése momento que mi amigo le pegó.
Lastimó una de sus alas y el pato volaba con dificultad. Fué a esconderse en los matorrales cercanos... y no volvimos a verlo.
Hasta ése día en que regresé al ahora viejo estanque. Siguen aves retozando en él. Ahora vienen otros niños a jugar ahí, ya ho con barquitos de papel que navegan con la vela desplegada.
Pero el tirar piedras a las aves, parece ser un juego que no pasa de moda.
Miro con nostalgia a los patos de distitnos colores que nadan, sorteando las piedras o alejándose de la orilla hasta donde no puedan tocarlas las piedras.
De pronto, algo llamó mi atención. Una de las aves al sentir que una piedra caía cerca de ella, no se mueveÑ se queda quieta, mirando fijamente a quien le lanzó la piedra. Mientras, todas las demás vuelan o nadan rápido hacia otro lugar.
Esta ave no. Permanece en su sitio.
¿Qué la induce a ello? No lo sé, pero me parece curiosa su actitud
Me acerco para ver su reacción y el ave no se mueve. Descubro en una de sus alas una marca gris que sobresale de la blancura de su plumaje.
El ave me mira y sigue nadando tranquilamente.
No puede ser la misma ave de mi infancia, me digo a mí mismo.
Sin embargo, algo en ella me la recuerda.
Si.. todos los patos parecen iguales, pero ésta ave tiene algo especial. La actitud con la que se desenvuelve no es la misma que la de las demás.
¿Será que es descendiente de aquella otra ave y lleva la información en sus genes de que no debe volar mientras le lanzan piedras_
Permaneciendo en su lugar, tiene menos riezgo de ser lastimada.
Curiosa la vida animal y la forma en que Dios la dota para adecuarse al medio ambiente que le rodea.
El ser humano que cuenta con tantas cualidades con las que Dios lo dotó, debería aprender de ésta ave , ¿no te parece amiguito?