Andy, el muñeco de nieve


Erase que se era.... en la era de hielo, una linda aldea llamada Pena.

Era hermosa, sus árboles estaban llenos de copos de nieve, delicados y tersos.
Sus caminos estaban delimitados con tiernos brotes de flores rojas que resaltaban en la blancura del paisaje. Unos grandes pinos crecían también en la aldea.

En ése hermoso lugar nació un muñequito. Era pequeño y los habitantes de la aldea se arremolinaban para verlo.
Qué hermosos ojos negros-decían maravillados
Tiene una linda sonrisa, verdad?- presumía orgullosa la madre muñequita de nieve

Todos se sentían atraídos hacia el muñequito, quien dormía plácidamente en brazos de su abuelita.

Prepararon para él una hermosa cuna donde resonaban las canciones de su madre y su abuelita.

Había un gran muñeco llamado Cirius que era cariñoso y se prendó del chiquitín. Decidió entonces enseñarle todo lo que un muñeco de nieve debía saber.
Y desde entonces, se veía juntos a Cirius y al pequeño Andy
Aprendió pronto a patear las pelotas de nieve que Cirius ponía en sus pies. Aprendió también a jugar tenis con "Jipo" que era un muñeco muy deportista. Vivía también "Cano" que era un muñeco un poco gruñón pero de muy buen corazón y Car, un pequeño muñeco que miraba embobado las monadas que hacía el más pequeño de los muñequitos.

Entre ellos creció Andy, jugando y disfrutando también del amor de las muñequitas. Porque he de decirte que vivían en la aldea 3 muñecas muy guapas: Tina, Ros y Ovi. Por supuesto que Andy no era el único pequeñín, pero sí el único muñeco varón. Asi que el revuelo que causó entre los muñecos era grande.

Uno le llevaba un dulce por las mañanas y otro pasaba a regalarle un caramelo. Andy no careció nunca de caramelo, dulces y regalos que Cirius le daba.

Pronto, otros muñecos varones llegaron a la aldea, llenaban con sus juegos, gritos y alegría las tardes de Cirius. A veces Jipo discutía con ël, sobre la manera en que debía educar a Andy.
Ll llevaba a nadar al lago helado, cuidando que la temperatura no lo derritiera. Entonces Cirius se enojaba porque lo ponía en peligro. Tendremos que decir que Jipo era un poco alocado, muy a la onda moderna y Cirius se molestaba con él, porque no quería que lo mal influenciara.

A pesar de ésos pequeños roces, los muñecos vivían en paz, siempre juntos.
El frío del Polo norte no impedía que su corazón estuviera siempre ardiendo de amor fraterno.

Cirius era el jefe de la aldea y Andy  era su consentido.
Un día, se vió a lo lejos unas luces brillantes. El pequeño Andy desconocía lo que era y se preguntaba intrigado que sucedía. Eran luces rojas que subían y bajaban. Cirius le dijo que no se acercara porque era fuego que podía acabar con él.

Resultado de imagen para aldea  de nieveDurante días, Andy intentó rehuir la mirada del lugar a donde las luces crecían como llamándolo. Su curiosidad era mucha, pero en su cabeza siempre resonaban las advertencias de Cirius.

Salió de paseo un día, juntando pelotitas de nieve. Deseaba regalarle a Cirius un ramo porque era su cumpleaños. Caminando no se dió cuenta que se acercaba a las luces brillantes.
Empezó a sentir en su cuerpo algo extraño, pero estaba tan distraído eligiendo las mejores pelotitas que no se dió cuenta.

Siguió caminando. La sensación era cada vez más fuerte, pero no le dió importancia, creyendo que era algo pasajero. Se quitó la bufanda, después el gorro, los cuales fueron quedando en el camino.

Sintió de pronto que no podía caminar. Al voltear, vió aterrorizado que sus piernas ya no estaban. Y no podía caminar. Empezó a gritar... pero sus gritos se perdían en la soledad del bosque.

Las luces rojas estaban ya demasiado cerca. Y entonces comprendió que lo que le había dicho Cirius era verdad: las luces que veía a lo lejas tan bellas, eran algo peligroso.
Su cuerpo empezó pronto a deshacerse también.

Agitaba sus brazos desesperado, pero no podía hacer nada para evitar lo que sucedía.
Pronto una de las ramas que formaba sus brazos cayó al suelo. Comprendió que el fin estaba cerca y lloró recordando la bella aldea, a Cirius, a sus amiguitos, a Jipo y a las bellas muñequitas.

Cerró los ojos para que la imágen no se borrara de su mente y fuera lo último que viera.
 Andy, Andy!!!---escuchó a lo lejos.

Aquí estoy!!! - contestó, pero su boca ya no existía. Se había deshecho también.

Sólo sus ojos quedaban en lo que fuera su cara. Y con ellos, vió venir a Cirius con una gran pala. Con ella recogió los restos de Andy y corriendo intentó regresarlo a la aldea.... Pero no alcanzó a llegar.

El acercarse tanto al fuego, hizo que también se derritiera. Alcanzó todavía a aventar la pala con los restos de Andy, antes de caer desfallecido por el esfuerzo.

Jipo, se acercaba corriendo. Como siempre, estaba cerca de Cirius y de Andy, al no verlos empezó a buscarlos y encontró a Andy con sus grandes ojos negros que lo miraban asustado.
Lo tomó y empezó a formar de nuevo sus partes.

Andy le contó lo que había sucedido. Fué en busca de Cirius  pero lo encontró ya fallecido. El esfuerzo había sido grande y había muerto en el intento.
Jipo lloró la pérdida de su compañero, amigo al igual que toda la aldea.
Cirius era querido por todos, gracias a su amabilidad, gran responsabilidad como jefe y guía.
Muchas veces había sido salvada de desastres, gracias a su presteza, inteligencia, pero sobre todo, bondad.

Desde entonces, la aldea cambió su nombre. Ahora se llama Amado, en honor a quien supo defenderla y dar su vida por ella.

Andy aprendió una gran lección. Supo desde entonces, que el fuego no es amigo de los muñecos de nieve, que debe mantenerse alejado de él. Y a mandado poner en todos los límites de la aldea, letros con grandes luces de colores contando la historia de Cirius y advirtiendo del gran peligro de acercarse al fuego.

Y es así como ahora desde lejos, puedes ver unas bellas luces de colores. Pero a diferencia de las luces rojas, éstas anuncian una aldea amigable y llena de amor que puedes visitar siempre que te sientas triste.


Cirius es un ejemplo de lo que es la fidelidad. Fidelidad a aquello que se ama, lo cual se defiende hasta con la propia vida.