La nostalgia y la esperanza verde

Para la niña que un día fuí, para la niña que sigue viviendo en mí, para la niña que espero seguir siendo mientras viva.

Existió una vez un hermoso país llamado.... no recuerdo

Sus calles estaban llenas de veredas cubiertas de flores coloridas que con sólo mirarlas, se llenaban los ojos de alegría.

Cantarinas fuentes gorjeaban en medio de grandes jardines y bellos parques.

A cada paso, los ojos podían detenerse en curiosas canastas, gusanos, mariposas formadas con arbustos.
Altos árboles llenaban de frescura los caminos.

Cada mañana se abrían sus puertas para recibir a niños ansiosos de bañarse en sus fuentes, de correr por su veredas.
Podían verse parejas paseando su amor rodeados de  la brisa, que con disimulo se escondía entre los árboles para no estorbar.

Podían verse mujeres con niños de brazos enseñándolos a caminar sobre sus viejas piedras, como hicieron sus antepasados por generaciones.

Si ésos árboles y plantas pudieran hablar, contarían seguramente miles de historias que han pasado ante sus verdes ojos:
Familias disfrutando de domingos encantadores, de fiestas, de improvisados partidos de fut.
Niños jugando  a volar entre las nubes desde los columpios. Jugando en carros de bomberos, pasteles inmensos, naves extraterrestres formados por tubos que llenaron de imaginación sus días infantiles.

Si los viejos árboles pudieran hablar, contarían historias de besos de enamorados, de reencuentros y desamores; de niños creando fabulosos postres con los dátiles, que generosos brindaban las altas palmeras.
La mirada de tantos niños que entusiastas llegaban a ellos y la mirada melancólica cuando ya atardecido, se retiraban.

Creo yo, que ésos árboles y plantas se nutren diariamente de de las risas infantiles, de los gritos de las madres llamando a sus hijos, de los pasos alborozados que corren al encuentro de alguna persona, de las marchas y carreras que otros hacen para mantenerse en forma.

Mientras existan niños, parejas y personas que los visiten, ésos lugares seguirán existiendo.

Siempre habrá ojos que desde lo alto de un puente, descubran maravillados ése pequeño paraíso enclavado en una vieja colonia de una vieja ciudad de éste viejo mundo y para ellos será algo nuevo y hermoso como lo ha sido para generaciones de personas que antes de ellos lo han gozado y conservado para el futuro por venir.