Paseo en bicicleta

Normalmente no escribo éste tipo de historias, pero de todo podemos obtener un beneficio. Espero sirva para que reflexionemos. Mamá e hija iban contentas al parque cercano como acostumbraban ir todos los días. Para llegar a él, cruzaban una avenida que había sido recientemente inaugurada, con cuatro carriles de cada lado; diversos puentes habían sido construidos y uno de ellos daba directamente a la calle donde vivían. Cuando la avenida fué inaugurada estaban todos felices porque su colonia subiría de nivel, entraron servicios a ella y disfrutaban de ésos beneficios sin pensar en que hay que saber usarlos. Como no estaban acostumbrados a usar puentes elevados, al llegar a la Avenida se detuvieron viendo a un lado y al otro. Un carro venía a velocidad moderada y decidieron cruzar la avenida para no subir al puente, pues era fatigoso hacerlo y más, cargando cada una su bicicleta. Un ruido muy fuerte sonó a sus espaldas. La mamá volteó asustada hacia la avenida y vió un carro que venía sobre ellas, aventó a su hija hacia la banqueta tratando de salvarla. El carro las evitó, pero alcanzó a golpear la rueda trasera de su bici y cayó al suelo. Todo era confusión en su mente. Sólo alcanzó a ver un carro blanco que huía rápidamente. Personas que pasaban se acercaron a auxiliarla. Un señor muy asustado, le preguntaba si algo les había sucedido, mirando a la niña caída, pues al aventarla había tropezado y se había golpeado. Ella y todos los que estaban presentes, vieron al carro blanco huyendo y decían que seguramente él era el culpable. El señor le dijo que él había golpeado su bici al tratar de evitar el carro que se le iba encima. Viró a un lado para evitar ser embestido y volvió a virar para no atropellarlas, pero no pudo evitar golpear su bici. Llegó una patrulla que iba pasando casualmente en la calzada contraria y que también vió el carro blanco huyendo. El señor explicó lo que sucedió. Fué llamada una ambulancia y el señor fué detenido. Así sucede a veces. Un conductor con prisas que no respeta los límites de velocidad, una madre que no usa los puentes peatonales por descuido causaron un lamentable accidente que desgraciadamente costó la vida de la pequeña y el endeudamiento del señor. El señor salió libre bajo fianza mientras se llevaba a cabo su juicio. La familia no interpuso demanda pues sabían que no había sido su culpa. ¿Y el culpable real, el del carro blanco que huyó y del que nadie supo dar el número de la placa? Sólo Dios y él saben quién es. De ésta historia se pueden sacar varias lecciones:
  • Debemos usar las cosas para lo que fueron hechas, a pesar de que nos cause algún inconveniente como en el caso de la señora.
  • Debemos evitar conducir enojados o preocupados como seguramente iba el conductor del carro blanco.
  • Y debemos confiar en Dios como hizo el señor que accidentalmente y sin poderlo evitar golpeó la bici de la señora. El se detuvo a ver lo que había sucedido y a auxiliar a las personas, pudiendo huir como hizo el verdadero culpable.
Pero hay más todavía: Al ser detenido, el señor se comunicó con su familia quien acudió a ver lo sucedido. En la delegación estuvo detenido, esperando su salida. Se pagó una fianza cuando la familia no interpuso demanda y cuando el perito intervino. Fianza que costó reunir porque pocos están preparados con efectivo en ése momento. Se pagó la salida del carro porque fué llevado al corralón. Para ello, se endeudó. Pero no termina ahí la historia: Un Licenciado, familiar del señor se hizo cargo del caso y le entregó el papel en el que constaba su inocencia y que quedaba libre de cargos. El señor estaba tan feliz que no pensó en nada más que en dar gracias a Dios porque estuvo a punto de perder todo y su familia con él. Y agradecido con el Licenciado por su ayuda. Parece que a pesar de todo, hubo un final feliz para el señor. Todo quedó en la pérdida de dinero, ¿verdad? Pero aún hay más: La Afianzadora regresa normalmente el dinero de la fianza cuando el juicio termina, cosa que ni el señor ni su familia sabían. El Licenciado que tan amablemente le ayudó, cobró íntegra la fianza devuelta y no le notificó a su conocido. Podría decirse que "Nadie sabe para quién trabaja" Así sucede aveces en un pueblo de cuyo nombre no quiero acordarme como diría Don Quijote. Yo puedo decir que Dios es tan grande en su misericordia y tan justo en su justicia, que da a cada quien lo que cada uno merece. El señor acostumbraba consentir a sus familiares. Y uno de ellos, no se tentó el corazón para tomar lo que no era suyo, a pesar de verlo sufrir. "Al fin que tiene para pagar" pensó seguramente mientras tranquilo, seguía con su vida licenciosa. 2 Moraleja: No críes cuervos que te saquen los ojos. Tanto quiere la cuerva a sus hijos, que termina sacándole los ojos, como decía mi suegra.