Cuando la musa nos abandona




Paz y bien.

Señor: que sean tus palabras las que sirvan para éste cuento. Amén.

Había una vez....una amiga de éste tema, Medara. Esta vez la encontramos ante una hoja vacia, sumida en sus recuerdos.

Siente una inquietud, pero no sabe a que se debe. Trata de escribir algo y no salen las palabras, parece que la musa de la imaginación, aquella que según dicen muchos escritores los acompaña, no aparece.

¿Les digo un secreto? ssshhhhh...Pienso que cuando Medara no puede escribir es porque invoca a la musa de la imaginación.... y sucede que Medara es cliente del verdadero Espíritu
Tal vez sea ésa la razón de que no lleguen las palabras a su mente.

Las palabras empiezan a surgir por sí solas. Medara no se da cuenta de lo que escribe:

De nombre MariaTeresa...


Corrían los años 80 en una España recién llegada a la democracia y en clase de latín aún declinábamos el Rosa-Rosae.

Gracias a frases como "Eurípides no te Sofocles que te Esquilo" unificábamos correctamente a estos tres trágicos griegos que nada tenían que ver con Séneca, un cordobés, que aunque no era torero, lidió con mas de un toro en la Roma de Calígula.

La conjunción de ira, locura breve según los diálogos del filósofo, y la adolescencia, revoltijo de hormonas según la ciencia, estaban a la orden del día en aquellos años, donde el Bachillerato Unificado Polivalente (B.U.P) servía para enseñarnos todo tipo de conocimientos, tan altamente útiles para los tiempos venideros, como los anteriormente expuestos.

Que Séneca se cortara las venas y que se envenenara con cicuta, por eso de agilizar el proceso de su suicidio, después de haber sido maestro de Nerón, hicieron sin duda, que la madre Schiaffino se aplicara el cuento antes de que volviera a arder Roma y usara el método del diálogo más que el de la letra con sangre entra, para llegar a nuestras lindas cabecitas, ávidas de las hazañas feministas de la época.

Sobriamente enfundada en su hábito negro de toca larga, nos miraba fijamente a través de sus gruesas gafas, mientras recorría las filas de mesas, de sus jóvenes alumnas, sobre sus zapatos ingleses de cordones. Genio y figura vestida de monja, que hoy podríamos comparar con un Nissan Patrol todo terreno filosóficamente hablando.

Con frases como "Con un poquito que Dios te da y un poquito que tú te
pone..." intentó inculcarnos que lo femenino no estaba reñido con lo
feminista, y con la máxima ¨En matrimonio bien avenido la mujer junto al
marido
" resolvió de un plumazo nuestro intento de ponerla en un brete sobre
si ir o no ir a ver las películas "subiditas de tono", tan de moda en aquella
época, con nuestros maridos.

-No seas mojigata niña- decía en tono de reproche- si no vas con él se irá solo, o lo que es peor se irá con otra. Y no me preguntaréis que sabe una monja del matrimonio, ya que está consagrada a Dios. Yo os contestaré ¿Acaso no soy mujer?. Y os recordaré que soy monja por vocación y no por obligación, que es muy distinto.

Mientras ojeaba, como si tal cosa, las cotizaciones del dolar. Una cosa era ser monja y enviar el dinero, que ganaba con sus traducciones de italiano y francés, a las misiones
africanas y otra desaprovechar la coyuntura económica estadounidense en
beneficio de los más desfavorecidos.

Predicaba con el ejemplo y se adelantó en décadas a Al Gore en su misión de salvar al mundo del derroche.
Usaba el papel justo y necesario para escribir la preguntas de los exámenes, lo que hacía que de un folio salieran las veinte tiras necesarias para preguntar, por ejemplo, en una evaluación de filosofía:

"En que consiste el cálculo lógico. Cualidades de la verdad, de la evidencia y de la certeza. Define lógica, variantes, función, silogismo, modelos de silogismo, argumento, comprensión del sujeto, reunión y clase. Principales definiciones de la verdad".

Esto demostraba ampliamente la máxima filosófica de que el saber no ocupa lugar y que el reciclaje era posible ya que a la vuelta estaba el examen de latín de la hora
siguiente, otro ejemplo:

"Cum haec verbo audiviacet meritus qui mondum mortus erat. Voce supplici dixit: Nolite vivum me cremare, exepectate dum moriar"

Lo único que recuerdo de aquellos exámenes es que los aprobé y que con el tiempo olvidé las respuestas. Pero jamás la olvidaré a ella como regia maestra y como sabia mujer.

En sus clases el latín era Latín, la filosofía era Filosofía, el matrimonio era matrimonio, el dolar era el Dolar y una mujer era sobre todas las trisas Mujer.

Así era la Madre Schaffino, de nombre María Teresa, a la que hoy quizá necesitaría a mi lado de nuevo pero no para aprender latín o filosofía si no para recordarme todo aquello que intentó enseñarme y quizá no aprendí... que los hombres son hombres y que yo, por encima de todo, soy Mujer.

Finalmente, Medara termina de escribir y al leer lo escrito, sonríe. Imagina a la Madre Schaffino, monja por vocación, pero mujer por condición.

¿Verdad, amiguito que cuando dejamos que el Espíritu descubra en nosotros aquello que nosotros mismos no sabemos que sentimos, nos encontramos de pronto con la respuesta que necesitamos en ése momento?

Esta tarde, Medara lo recordó.

¿Y sabes otra cosa? yo tuve mi propia Madre Schaffino en mi abuela, la mujer que me crió, la que no sabía Filosofía, pero fué tan sabia como ésta hermosa monja que describe Medara.

Esta tarde, yo también lo recordé.

Dulces sueños, Medara.


Nota: La cita es realmente un escrito muy hermoso de Medara, una amiga: escritora por vocación y mujer por condición.
http://medara.blogspot.com/